La Adaptabilidad Grupal.

Identidad de Cuerpo. 

Si naciste de nuevo, eres un hijo de Dios debes aprender que el Padre nos colocó en una familia que va a proporcionar: 1) amor, 2) cuidado y 3) alimento. Esa familia es lo que llamamos iglesia, allí los hijos pueden recibir el amor del Padre y el de sus hermanos. También recibirán cuidado y alimento a través de la palabra de Dios que trae consuelo, ánimo, exhortación y edificación. 


Por otra parte, hay una cantidad de preguntas que llegan a la mente cuando recién iniciamos el caminar con Jesus, tales como: ¿Por qué estas personas son tan efusivas en sus saludos? ¿Por qué tantos abrazos? ¿Por qué tantos cánticos? y ¿Por qué lloran?, entre otras. 


En relación a estas inquietudes cuando vamos conociendo el actuar de la familia de Dios comprendemos y seremos cambiados a tener libertad en la risa, llanto, abrazos y otras expresiones de amor. 


Cuando el hombre nace de nuevo su naturaleza es cambiada, a continuación, se mencionan algunas características: 

Reconociendo la corporalidad.

  1. Constituidos hijos de Dios. 

«Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre.» Jn. 1:12 LBLA. 


Al ser hijos del mismo Padre somos constituidos como la familia de Dios, en consecuencia, se trata de una reunión familiar. Nacemos del Espíritu a través del Señor Jesucristo como único mediador entre Dios y el hombre. Y si somos hijos también herederos del Padre y coherederos con Cristo. De hecho, son los hijos los que pueden heredar las incomprensibles riquezas que están en Cristo Jesús, tales como: vida eterna, capacidad de gobierno, conocimiento, sabiduría, prosperidad, entre otros aspectos, siempre y cuando estén dispuestos a padecer con Él, con Cristo, considerando que en el caminar con Dios tendremos aflicciones. 


Dios hecho hombre habitó en esta tierra como el Unigénito Hijo, pero resucitó como el Primogénito, es decir el primero entre muchos ya que a todos los que creen en Él les dio la autoridad de ser constituidos hijos. Todos los reinos, riquezas, autoridad y poderes están por debajo de Jesucristo y él nos hace copartícipes como sus hermanos.

  1. Ciudadanos del Reino de los Cielos. 

«Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo» Fil. 3:20 LBLA. 


«Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios.» Ef. 2:19 LBLA. 


Claramente se manifiesta la naturaleza de los ciudadanos del Reino, y todo ciudadano se ajusta a las leyes emitidas por el rey para poder mantener la dignidad a la que fue llamado. 

  1. Miembros del cuerpo de Cristo. 

«Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él.» 1Co. 12:27 LBLA. 


La conciencia del cuerpo invita a la unidad y al trabajo de acuerdo a las instrucciones que emita la cabeza. Las personas en su caminar con Dios, tienen muchas inquietudes, necesitan comprender el diseño de Dios, discernir el cuerpo y la familia. 


La iglesia tiene muchos integrantes con diferentes niveles de crecimiento en Dios, no todos son perfectos, por el contrario, muchos cometen errores que deben ser sobrellevados en amor. 


El apóstol Pablo dirigido por el Espíritu nos dice: «soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.» Fil. 3:13 LBLA.

Comprensión de la iglesia. 


A fin de tener una mejor comprensión de la Iglesia es importante mencionar: 

  1. Dios incluye a los hijos en su iglesia (cuerpo). 

«Ahora bien, Dios ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó.» 1Co. 12:18 LBLA. 


Dios es quien coloca dentro de su iglesia a sus hijos y estos deben adaptarse al nuevo entorno. Él nos da la capacidad de ser funcionales dentro de su iglesia con la capacidad de dar y recibir. Dios es quien elige a cada uno de sus hijos y no al contrario. 


«Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.» Jn. 15:16 LBLA. 

  1. Responsables de permanecer dentro de la iglesia. 

Desde el momento en que comprendemos nuestra naturaleza de hijos y miembros, adquirimos un sentido de pertenencia a la familia y al cuerpo, somos responsables de permanecer dentro de la iglesia y adquirimos el compromiso de: cuidar, alimentar y amar. 


  1. Cuidar: Tal como tenemos cuidado de nuestro cuerpo físico, así mismo debemos cuidar la corporalidad de la iglesia, manteniendo la unidad de la fe. 

  2. Alimentar: Proporcionar alimentos de acuerdo al nivel de crecimiento o estatura espiritual de cada individuo, desde el nuevo creyente que necesita de leche espiritual, hasta el adulto que requiere de alimento sólido. Así que en primera instancia solo estará recibiendo y en la medida en que crezca asumirá la responsabilidad de alimentar a otros.  

  3. Amar: implica tiempo de calidad y unidad, evitando que otros destruyan el vínculo de la fe. El Señor Jesús afirmó: «para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.» Jn. 17:21 LBLA. Esto solo será posible si permanecemos en Cristo. 


  1. Se presentarán adversidades en la iglesia. 

En toda familia hay diferencias o problemas, la familia de Dios no está exenta. A continuación, se indican algunas razones de estas diferencias: 


a) Competitividad por inmadurez o ignorancia. 

b) Problemas de comunicación producto de las heridas emocionales, complejos y temores. 

c) Interpretaciones inadecuadas de la figura de autoridad. 


El Espíritu Santo nos exhorta: 


«soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.» Col. 3:13


«Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él.» 1 Jn. 4:7 LBLA.


4. Es una bendición ser parte de la iglesia. 


El salmista David expresó la bendición que representa pertenecer a una familia: «Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía. Es como el óleo precioso sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, que desciende hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión; porque allí mandó el Señor la bendición, la vida para siempre.» Sal. 133 LBLA. La bendición de Dios nos alcanza en un orden de autoridad desde la cabeza hasta los pies. Una vez más se aprecia la semejanza con el cuerpo. La iglesia desde su origen en el libro de Hechos muestra los elementos esenciales que mantienen la unidad. «Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración.» Hch. 2:42 LBLA. 


¿Qué mantenía la unidad cuando nació la iglesia? 

  1. La doctrina de los apóstoles: Es fundamental guardar la enseñanza que Dios está enviando a un lugar específico para un momento particular, esto es parte del cuidado del cuerpo. 

  2. La comunión: implica amar, perdonar y soportar pese a las diferencias que se presenten en algún momento. 

  3. El compartir el pan: la ayuda no solo se refiere a aspectos espirituales, Dios puede usar a la familia para ser un instrumento de provisión para situaciones específicas. 

  4. La oración: la verdadera unidad es la que ocurre en el Espíritu, en acuerdos para establecer la voluntad de Dios en la tierra tal y como se hace en el cielo. Mateo 18:18/19.



Nuestro consejo: reconoce, acepta y participa en la familia y el cuerpo de Cristo. 


Para mayor información ver las citas bíblicas: Salmo (Sal.) 133;Juan (Jn.) 1:12; 3:5; 15:16; 17:21; Hechos (Hch.) 2:42; Romanos (Ro.) 8:16-17; 1 Corintios (1Co.) 12:18; 27; 14:3; Efesios (Ef.) 1:20-23;  2:19; 3:17; Filipenses (Fil.) 3:13; 20; Colosenses (Col.) 1:27; 3:13; 1 Juan (1 Jn.) 4:7.