2. El Temor a Dios.
«El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.» Pr. 1:7 RVR1960. ¿Alguna vez tuviste terror por algo o alguien? Ese estado de ánimo que se produce ante la presencia del peligro y nos impulsa a paralizarnos o correr por seguridad. Todos en algún momento hemos tenido temor, solo cuando se maneja de forma adecuada preserva la vida del peligro. El proverbio afirma: el principio de la sabiduría es el temor de Jehová, en otras palabras, el miedo reverente y respetuoso, nos impulsa a alejarnos del mal. ¿Y Dios nos puede producir temor? Cuando amas a una persona, temes fallarle, no quieres involucrarte en acciones que pongan en peligro tu relación, así mismo, ocurre con Dios, el temor hacia Él nos preserva ante situaciones que nos colocan en riesgo o peligro. Es importante recordar que la consecuencia del pecado es la muerte, el temor a Dios nos detiene antes de fallar, activa nuestra conciencia para evitar el mal, es decir está sustentado en amor y comunión con Él. El perfecto amor nos invita a vivir confiados en Dios, distanciándonos voluntariamente de los actos que ponen en riesgo nuestra relación con el Padre. Cuando temes a Dios, estableces una relación de intimidad y dependencia con el Espíritu Santo, para ser guiado por caminos de justicia que te alejen de la imprudencia y la insensatez. Cuando conoces al Espíritu Santo haces un esfuerzo por hacer aquellas cosas que le agradan a Él. El apóstol Pablo le escribió a la congregación que estaba en Roma diciendo: «14 Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.» Ro. 8:14. RVR1960. Es decir, como hijos somos guiados a un camino de verdad y justicia. El Espíritu nos invita a hacer la voluntad del Padre expresada en su Palabra. Pero, ¿Es fácil ser guiado por el Espíritu Santo? Sí, es parte de nuestra naturaleza como hijos, pero existe una diferencia entre ser guiados y obedecer. La guía del Espíritu es una consecuencia de haber nacido de nuevo, más la obediencia es una decisión voluntaria que se aprende. Por ejemplo: alguien puede guiarte en una dirección, pero tú decides si obedeces o no. Por esto es imprescindible que el temor a Dios sea un principio rector que esté presente en cada decisión. El temor a Dios nos insta a establecer una relación con el Espíritu Santo, dependiendo y confiando en ÉL. Tal vez te preguntas: ¿Es fácil depender de Dios? No, porque venimos de vidas independientes, acostumbrados a buscar soluciones expresas, respuestas y satisfacción inmediata, mientras que depender de Dios implica: esperar su respuesta, escuchar y actuar en obediencia. En la Biblia encontramos múltiples ejemplos de personas que esperaron y creyeron en Dios. En el libro de Daniel observamos 2 ejemplos que nos invitan a esperar y creer: Daniel persevero en oración mientras esperaba durante 21 días un mensaje: «12 Entonces me dijo: “No tengas miedo, Daniel. Tu petición fue escuchada desde el primer día en que te propusiste ganar entendimiento y humillarte ante tu Dios. En respuesta a ella estoy aquí. 13 Durante veintiún días el príncipe de Persia se me opuso, así que acudió en mi ayuda Miguel, uno de los príncipes de primer rango. Y me quedé allí, con los reyes de Persia. 14 Pero ahora he venido a explicarte lo que va a suceder con tu pueblo en el futuro, pues la visión tiene que ver con el porvenir.» Dn.10:12-14 NVI. Tres (3) Jóvenes se mantuvieron creyendo a pesar de las circunstancias: «17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. 18 Pero, aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.» Dn. 3:17-18 NVI. Esperar en Dios implica creerle, porque sin fe es imposible agradar a Dios. En la medida que recibes respuesta tu confianza y dependencia de Dios va aumentando. La confianza te permite experimentar las promesas de Dios para tu vida. «6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.» Fi. 4:6-7 NVI. «8 En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.» Sal. 4:8 LBLA. «5 El hombre de bien tiene misericordia, y presta; Gobierna sus asuntos con juicio, 6 Por lo cual no resbalará jamás; en memoria eterna será el justo. 7 No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová.» Sal.112:5-7 RVR1960. La confianza se fortalece con cada experiencia con el Espíritu Santo. En el libro de Mateo encontramos un ejemplo de temor y dependencia en Dios. Jesús obedeció al ser bautizado, el Espíritu Santo viene sobre él y el Dios Padre afirmó su identidad como hijo: «15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.» Mt. 3:15-17 RVR1960. La identidad de hijo le permitió resistir al enemigo y mantenerse firme ante la tentación. «3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.» Mt. 4:3 RVR1960; «5 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.» Mt. 4:5 RVR1960. Jesús no tenía que demostrar que era hijo de Dios, Él sabía quién era, y no cedió ante las “recompensas” ofrecidas. El temor a Dios y su identidad como hijo le permitieron permanecer firme. Jesús siempre respondió: “Escrito está” haciendo referencia a la palabra de Dios, un arma que nos permite vencer al enemigo. La relación con Dios nos permite tener identidad de hijos, fortaleciendo nuestra fe, confianza y esperanza en Él. La decisión es tuya. Nuestro consejo: Teme, confía y espera en Dios. Para mayor información, te invitamos a leer y meditar en las siguientes citas bíblicas: Salmo (Sal.) 4:8; 112:5-7; Proverbios (Pr.) 1:7; Daniel (Dn.) 3:17-18; 10:12-14; Mateo (Mt.) 3:15 - 4:11; Romanos (Ro.) 2:15; 6:23; 8:14; Filipenses (Fi.) 4:6-7.